No hace mucho me senté a escribir acerca de la necesidad de apostar por el
talento individual de cara a superar cualquier eventualidad y/o para alcanzar
el éxito en nuestros equipos, en nuestras empresas, en nuestra sociedad y en
nuestras vidas. Centrado en la máxima de que:
“Si no mejoras es que
estás empeorando”
Con respecto al propio
éxito, es cierto que no todas las personas deben aspirar a la excelencia
ni a altas cotas pero la búsqueda del
éxito, además de una terapia para todos, debería ser un objetivo universal.
Sabemos que para que
surjan héroes precisamos de un gran villano. Bueno, pues para que exista el
éxito no precisamos más que de una dificultad. Las dificultades, como las olas,
vienen unas detrás de otras. Así será siempre. Grandes ó pequeñas, cortas ó más
largas, difíciles de sortear ó más accesibles, han estado ahí y siempre estarán
ahí aunque huyamos de su abordaje.
Por otro lado, tratando
de exponer qué compone la fórmula para alcanzar el éxito personal ó colectivo,
en su día me centré en dos únicas dimensiones.
-Por un lado, poseer un
talento suficiente para lo que se va a pretender hacer (puede/o o no puede/o
alcanzarlo), y
-Por otro lado cumplir
con una serie de exigencias concretas que están bajo nuestro control, que
requieren básicamente del querer, del saber aprender y del saber aplicar lo
aprendido. En este nuevo intento trataré de completar la ecuación.
1.-Poseer un talento suficiente:
Si para explicar el éxito nos basáramos en una botella, cuando hablamos del
talento nos referiríamos al tamaño de la misma. Con una botella de litro, por
mucho que queramos, no llegamos muy lejos. Dependiendo de la actividad ó del
objetivo en cuestión, se tiene que poseer, se necesita, un mínimo de capacidad,
o mejor dicho, una capacidad suficiente. No todos podemos hacer de todo, pero
todos debemos tener una capacidad mínima si es que queremos optar a un éxito.
Conocer el tamaño de la
botella determina de antemano si las personas estamos en condiciones de poder
afrontar un determinado objetivo. Existen distancias, dificultades y exigencias
intrínsecas al éxito que requieren de capacidades concretas, y a su vez,
existen talentos ó capacidades individuales que son suficientes o no para
superar cada situación, ya sea una meta o bien sea un problema; si no llegamos
al mínimo, ó cambiamos la botella (a la persona) o cambiamos el objetivo.
¿Puede/o o no puede/o?.
2.-Cumplir con las
exigencias:
Existen unas exigencias
inherentes al éxito que dependen de nosotros, son diferentes para cada persona
y que se determinan en base a los objetivos propuestos y a las capacidades de
cada uno.Todos debemos invertir
en el cumplimiento de estas tres exigencias (cada uno lo que le corresponda).
Cuanto menos talento, más exigencias habrá que cumplir. Con el talento
descubríamos el tamaño de la botella. Las exigencias nos dicen con qué la
llenamos para llegar:
- De trabajo: Cuando hablamos de
trabajo hablamos de cantidad, hablamos de número de horas, repeticiones,
iniciativas, intentos, luchas, etc.
El bambú japonés es regado
durante siete años y no es hasta ese momento cuando aflora una planta que en
seis semanas alcanza los 30 metros.
La cuestión es hacer y tener constancia, nos lleve a cada uno el tiempo que
nos lleve y se vean o no los resultados en el momento. En principio, a más
combustible en la botella, más distancia recorremos.
- De esfuerzos de
concentración: El criterio por el que el desempeño se diferencia del rendimiento es que
éste sólo depende de la cantidad, mientras que el desempeño resalta la calidad.
Si en el punto anterior hablábamos de cuánto, ahora hablamos de cómo hacemos
las cosas, de cómo dosificamos y seleccionamos los esfuerzos, las energías, de
cómo gestionamos el tiempo durante la actividad y de cómo entendemos esta. No
se trata de que la gente haga mucho, sino de hacerlo bien el tiempo que estemos
en la tarea para no derrochar la inversión. Seguimos con el mismo objetivo,
aprender, pero si hacemos sólo lo que toca, en el mismo tiempo llegamos más
lejos.
- De sacrificio: Dos verbos resumen esta
exigencia: adecuarse y renunciar. Adecuarse es vivir y actuar coherentemente
con lo que me propongo haciendo todo lo que toca (aunque no me apetezca).
Renunciar es evitar conductas que no tocan (aunque me apetezcan). Si nos
adecuamos y renunciamos facilitamos el éxito.
3.-Tener hambre:
Este era el matiz que
faltaba. Michael Jordan, Steve Jobs, Madonna, Rafael Nadal.Todos ellos, al
igual que millones de personas anónimas, poseen en común su claridad y sus
ganas por alcanzar más de lo que ya han logrado. No se conforman. No dudan
sobre lo que buscan. Para todos ellos los éxitos no residen en los títulos,
sino en la mejora, en la superación, en el dominio específico y en los
intentos.
El que busca resultados
suele tener miedo al fracaso. El que busca aceptación puede tener miedo al
rechazo. El que busca el poder teme no alcanzarlo. Quien tiene hambre tiene
miedo a no encontrar alimento, por eso siempre busca provisiones, no las
espera. Elige sufrir buscando, pero disfruta como nadie comiendo.
Generar hambre es no
comer entre horas. Cualquier persona que pica de aquí y de allá cuando aflora
el apetito de mejora, que no se concentra en algo concreto, termina por
desistir por falta de necesidad.
Claridad en lo que
persigo, compromiso por encontrarlo y razones por lo que intentarlo. El hambre
y la necesidad de comer quizás no eliminan el miedo a la desnutrición, pero
obligan a buscar comida.
Como gestores de
personas y en base a estos tres criterios tendremos que decidir qué hacer. En
una sociedad como la actual, la valoración laboral y la selección adecuada de
las personas, sea en el ámbito que sea, es crucial para definir si nuestros
equipos o nosotros mismos somos adecuados para lo que se nos ha contratado o
para afrontar la situación en la que nos encontramos.
Esta es nuestra misión y
nuestro reto en la actualidad. Reconocer si el talento que tenemos es
suficiente, si las personas que tenemos están dispuestas a cumplir estas
exigencias, y si estas conservan el hambre necesaria para no desistir en la
búsqueda.
Necesitamos personas
apasionadas por su mejora y la de los suyos, adictos por sentirse útiles y
valiosos, y precisamos amantes y ahítos del éxito si queremos sociedades,
empresas, equipos ó personas exitosas. Buscar, no evitar. Invertir, no esperar. Desde pequeños se nos
protege para no accidentarnos al subirnos a un árbol. ¡Ten cuidado; te vas a
caer!
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| Los Mohawk, la tribu que construía los grandes rascacielos de Nueva York . |
En la sociedad de los
indios Mohawk, por el contrario, cuando te subes a un árbol te alientan para
ver qué alto llegas. El resultado es que esta población ha elevado los
rascacielos neoyorquinos a lo largo de décadas sin miedo a las alturas. Debemos
tomar ejemplo, cambiar nuestros vértigos y apostar por la
exposición en vez de la protección.
Superar una dificultad
es alcanzar un éxito. Dos, el número y la dificultad de los obstáculos
superados señalan el grado de éxito que alcanzamos en cada actividad de
nuestras vidas. Tres, éxito y ganar no son lo mismo. Éxito y superar
dificultades, sí.
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| Nuestro Orador Cautivo: |
Mg. Rubén Enzian.
Director Creativo de Azul Corporación
www.azulcorporacion.com




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