Por lo general, cuando
existe una crisis o un problema en una organización, confiamos en
que el líder la resuelva. Mientras, los demás... esperamos! Esperamos que el gerente de la
compañía decida; que el presidente de la república se pronuncie; que el
director técnico proponga una estrategia ganadora; etc. Al quedarnos sin
hacer nada pretendiendo que alguien más aporte la solución nos
comportamos como si el problema no fuera nuestro. Esta actitud pasiva de
las personas que vemos en organizaciones, naciones y en todo grupo humano surge
debido a que la mayoría ve a quien ocupa una posición de autoridad y tiene el
poder formal, como la única persona capaz de "liderar". Tal visión
representa un paradigma
personalista del liderazgo.
Esta manera de ver el liderazgo es sostenible en sistemas organizacionales basados en jerarquías rígidas, obediencia y un control verticalista. Es decir, en aquellos en los cuales quien está "arriba" ordena y quienes están "abajo" ejecutan. Pero los sistemas están cambiando. Cada vez más organizaciones adoptan modelos de gestión abiertos y participativos, que brindan más espacios de decisión y acción a las personas. A cambio de esta libertad, las organizaciones esperan que sus miembros de todos los niveles asuman mayor compromiso y responsabilidad sobre su propio bienestar y contribuyan con el bienestar general de todos.
En estos sistemas, no se puede continuar buscando un líder heroico o mesiánico que solucione los problemas y conduzca a la organización hacia el éxito. En estos sistemas, ya no se puede esperar! Es preciso actuar, para lo cual primero hay que modificar la manera de entender el liderazgo.
El liderazgo no surge de un elemento independiente (una persona), sino de la
interacción entre diferentes elementos (diferentes personas). Liderar no es
algo que los "líderes" hacen a los "seguidores", sino que
es una relación que construyen entre ambos. Desde esta
perspectiva, podemos ver que muchas organizaciones no tienen un problema de conducción como creen, sino uno de participación: las personas no
asumen porque no quieren, o porque no pueden un rol más activo y comprometido.
En estos casos, no se necesita un nuevo o un mejor "líder", sino una "comunidad de
líderes".
Desde luego, pensar el liderazgo como una comunidad implica reconocer que la responsabilidad es compartida. Esto crea ansiedad e incomodidad en muchas personas. Creer que quien ocupa la cima, está en control de la situación y es el responsable último por lo que suceda, genera una sensación tranquilizadora y gratificante.
La mayoría siente alivio al no tener que resolver cuestiones complicadas, o
tomar decisiones difíciles. Pero, si bien esto quita a las personas una gran
carga, a la vez aumenta su dependencia. Justamente, esta dependencia se
manifiesta en la búsqueda de un líder visionario y salvador. Dicha búsqueda es
un mecanismo de defensa, ante un vacío de liderazgo que en realidad es sistémico y que no puede llenarse si se mantiene
un paradigma personalista. Sostener el paradigma
personalista del liderazgo es tanto responsabilidad de los
"seguidores" como de los "líderes": así como los primeros
se ubican en una posición de comodidad, los segundos tienden a remarcar sus
espacios de poder y a ejercer su autoridad de forma tal, que limitan a las
personas al rol de pasivos y obedientes seguidores. Modificar este paradigma
requerirá de un cambio de mentalidad tanto en los "líderes", como en
los "seguidores".
El liderazgo es una capacidad organizacional y una creación colectiva, más que un atributo individual. Esta nueva manera de ver el liderazgo no exime de responsabilidades a los líderes formales, sino que les enfrenta a una responsabilidad diferente: su trabajo ya no es dirigir seguidores, sino construir líderes.
Es decir, desarrollar en las personas la propia capacidad de liderazgo, para que puedan asumir un rol cada vez más activo, a partir de un incremento de sus competencias y una extensión de sus espacios de influencia.En un poema, Jorge Luis Borges decía:
“Nadie es la
Patria... pero todos lo somos".
Así como una nación es el resultado de aquello que hacen todas las personas que en ella habitan, una organización es producto de la acción y la decisión de todos sus miembros. Nadie es el líder... todos lo somos!






