miércoles, 18 de enero de 2012

El Octavo Hábito de Stephen Covey

Después de hacerse rico y famoso con “Los siete hábitos”, ahora el gurú lanza un nuevo hábito: Aprender a oír la voz interior.

Se altamente efectivo ya no es suficiente. En un entorno impredecible, donde lo más valioso es el conocimiento, hay que encontrar la plenitud, la pasión en la ejecución y contribución, en suma, a la grandeza.

Stephen Covey
En “El 8vo. Hábito”, Covey lleva al lector de la mano para que encuentre su voz interna e inspire a los demás a encontrarla, por medio de aquellos elementos de la condición humana para vivir y trabajar mejor, y al final, dejar huella. Stephen Covey conferenciante, religioso y profesor estadounidense conocido por ser el autor del libro de gran venta: "Los siete hábitos de las personas altamente efectivas".

Paradigmas cambiantes:
Durante varios siglos, los paradigmas de la medicina señalaban que el enfermo estaba así por los malos humores que llevaba en la sangre. Así que la terapia era ponerle sanguijuelas para que le quitaran la sangre "mala". No sabemos cuántas personas murieron por ese tratamiento, pero fueron muchas. Tras varios siglos llegó un nuevo paradigma que consideró que el origen de las enfermedades estaba en los "gérmenes", en los invasores externos del cuerpo humano. Y, sobre él, se desarrollaron nuevos tratamientos que permitieron, entre otras cosas, el desarrollo de la penicilina que salvó millones de vidas.

Los paradigmas están lejos de ser un asunto teórico. Se trata de formas de entender el mundo que determinan cursos de acción y que afectan las vidas de millones de seres humanos. De acuerdo con Covey, hay un paradigma que hemos heredado de la era industrial y que se vuelve completamente obsoleto hoy. Pero, vamos por partes.

Covey publicó en 1989 "Los siete hábitos de la gente altamente eficaz", del cual se calcula que se han vendido 15 millones de copias y se constituyó en uno de los textos más influyentes de las últimas décadas. El año pasado, Covey fue más allá y publicó el texto "The 8th Habit", que seguramente pronto estará también en español. El texto refiere una encuesta que señala que sólo 37 por ciento de los empleados entienden lo que su organización quiere. Sólo 1 de cada 5 personas se mostró entusiasmada con las metas de su empresa. Sólo la mitad de los interrogados llegó al fin de semana satisfecho con lo que hizo en la semana. Sólo 17 por ciento considera que su organización estimula la comunicación abierta y respeta opiniones contrarias a las de los directivos. Sólo el 20 por ciento confía en la organización para la cual trabaja. En otras palabras, hay un desencanto y frustración generalizados entre un gran número de trabajadores de todas las empresas. A partir de esta realidad es que Covey propone un "hábito más", el octavo, al que dedica un texto de más de 400 páginas. El octavo hábito hace la diferencia entre el paradigma de la era industrial y la era del conocimiento.

Calcula que hace 20 años, en promedio sólo el 20 ó 30 por ciento del valor que se agregaba a los bienes y servicios provenía de un trabajo relacionado con el conocimiento. Hoy esa proporción llega al 70 u 80 por ciento. La era industrial ve a los trabajadores como un "activo", equiparable a una máquina o a un vehículo. Se trata de "recursos humanos". Covey señala que por el propio interés de las empresas debe verse ahora al trabajador en su integridad, como ser humano que comprende:
  • Mente (inteligencia mental).
  • Cuerpo (inteligencia física).
  • Corazón (inteligencia emocional).
  • y Espíritu (inteligencia espiritual).

El nuevo paradigma consiste en encontrar una voz interior que conduzca y ayudar a los demás a encontrarla también. Para ello se requiere integrar los cuatro elementos. La inteligencia mental permite el desarrollo de una visión a través del pensamiento creativo. La inteligencia física permite que la visión pueda convertirse en realidad a partir del desarrollo de una disciplina. Ninguna de las otras dos podría darse si se carece de pasión, del fuego de la convicción que permite alentar la creatividad y la disciplina. Y al mismo tiempo se requiere de la conciencia que nos permita visualizar la brújula que nos señala lo que tenemos que hacer.

Covey cuenta la historia del singular Mohamed Yunus, fundador del Grameen Bank, como un ejemplo de la forma en que emerge la voz interior. Yunus conoció a una señora que tejía sillas de bambú y ganaba 2 centavos al día. Para poder comprar la materia prima necesitaba 20 centavos que recibía de un prestamista, que a su vez le compraba las sillas a mal precio.

Yunus identificó a las personas de la localidad que necesitaban 20 centavos al día para poder salir de las redes del prestamista y descubrió que eran 42. Haciendo la conversión de moneda sacaba la cuenta de que para poder financiarlos requería 27 dólares al día, que no tenía. Buscó apoyo en los bancos y recibió burlas diciéndole que era imposible prestarle a la gente pobre. Así que optó por pedir prestado el dinero personalmente y luego prestarlo a los artesanos y el sistema empezó a caminar. Sin embargo, ante las dificultades para conseguir más y más recursos de los bancos, decidió que sería necesario de plano fundar uno nuevo. Así nació en Bangladesh una de las instituciones más admiradas y replicadas en el mundo entero, el Grameen Bank.

La frustración se convirtió en una voz que generó una solución. Hay potencialmente un Mohamed Yunus en cada trabajador.

La visión de Covey es que en la era del conocimiento se requiere construir la misión de la empresa con la gente, para lo que se requieren líderes y gerentes que sean capaces de desarrollar sinergias y pasar del estilo de "la zanahoria y el garrote" a otro en el que la gente asuma su responsabilidad.

Asesor de Bill Clinton durante su periodo presidencial y consultor de gobiernos corporativos, Covey asevera que él no inmiscuye ni religión ni política en su trabajo. Sus hábitos respaldan las palabras y de sus páginas salen las ganancias. Su obra más reconocida “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” ha vendido más de 15 millones de copias y es uno de los best sellers no literarios más vendidos en las historia. En 1996, la revista Times nombró a Stephen Covey como una de las personas más influyentes en Estados Unidos. Y, quince años después de publicar su afamado libro, logró añadir un Octavo Hábito. Desde que escribió su famoso best seller, ¿cuáles son los principales retos de la gente?
El nuevo reto es una economía global donde hay que competir con la clase mundial. El problema es que estamos usando un modelo de control industrial en una economía de información, que requiere de liberación y no de control. En otras palabras tenemos que invertir en la gente, usar su talento, pasión y conocimiento. Actualmente, 80% de los buenos servicios son el resultado del valor agregado proveniente del trabajo con conocimiento. Hace 50 y hasta 20 años atrás, esta proporción era únicamente entre 20 y 30%. Nos hemos trasladado de una era industrial a una de conocimiento.

¿Cuál es el octavo hábito?

Encontrar nuestra propia voz interior.

¿En qué consiste eso?

Involucra cuatro cosas: talento, pasión, conciencia y las necesidades que hay que buscar. Cuando esos cuatro elementos se enciman, en el centro encuentras tu voz. El talento se traduce en las cosas para las que eres bueno. La pasión radica en lo que te encanta hacer. La conciencia es lo que la vida te pide que hagas. La necesidad reside en aquello con lo que contribuyes para satisfacer requerimientos humanos. Una necesidad significa el problema que estás resolviendo, la razón por la que te contratan. Ha mencionado que la gente siente un vacío en sus vidas, ¿de dónde viene ese vacío?

Tratamos a la gente como cuerpos. A menudo ignoramos su corazón, mente y espíritu. Sólo pensamos en términos económicos e ignoramos la parte mental, el desarrollo de la persona y su talento. Olvidamos particularmente que sus conciencias los guían a actuar. Sin embargo, hay muchos que toman el trabajo para escapar de sus problemas y responsabilidades. Si sucede. Todo se reduce a que las personas coordinen las cuatro partes: cuerpo, mente, corazón y espíritu. Si se descuida uno de ellos se afectan todos los demás. Entonces te conviertes en una cosa, no en una persona. Es ahí donde entra la filosofía de control y esto se convierte en la definición de liderazgo.

El liderazgo en realidad es una elección basada en autoridad, como en el caso de Mahatma Gandhi. No se trata de una autoridad formal. Gandhi nunca fue electo y tiene una enorme autoridad moral. Se convirtió en el fundador de la democracia más grande del mundo.

¿Qué importancia debería dar la empresa a la esencia de la gente?
Debería haber dos elementos: un profundo significado para que el trabajo amerite el compromiso de los empleados. El segundo es la necesidad de ser íntegros, vivir a través de nuestro sistema de valores. Ésta es la razón por la que las organizaciones corruptas destruyen la confianza. En estos casos todos los empleados quieren protegerse, se ponen en plan defensivo y manipulador sólo para sobrevivir.

En su experiencia, ¿son conscientes las empresas de esto?
Cada vez más desde que enfrentan la competencia global. Al enfrentar alguien que adopta el trabajo de conocimiento con el modelo de liberación, no hay manera de que compitas. No vas a poder producir con alta calidad, los bajos costos y rápida innovación de tu competidor.

¿Qué opina del sector corporativo mexicano?
No soy experto. Mi experiencia en general es que hay demasiado control autoritario. Eso ha hostilizado a muchos trabajadores y la desconfianza hacia la empresa es alta. No podemos generalizar. 
Hay muchas donde esto no es una realidad, pero no se han movido mucho hacia el modelo del trabajador con conocimiento. Necesitan hacerlo para ser competitivos, particularmente si están compitiendo con clase mundial. Los valores mexicanos son diferentes de los estadounidenses. En México se le da más importancia a la vida familiar, las comidas, etcétera.

¿Cree que el octavo hábito aplica a los mexicanos?
Totalmente. El principio de la justicia es básico en México. Consideran el corazón , la relación entre personas, están muy orientados a la familia. En lo referente a la mente, en ésta área debe crecer la inversión en capacitación y educación para que la población sea capaz de competir en la economía del conocimiento.

La gente debe tener mayor iniciativa propia. Se deberían dar incentivos fiscales como aliciente para que las organizaciones inviertan en su gente. La educación es clave en el futuro, de otra forma no van a tener trabajadores de la economía del conocimiento.

En lo espiritual, hay mucha necesidad de involucrar a las personas, en vez de decirles qué hacer. Es un proceso lento, pero mucho más efectivo a largo plazo porque garantiza su participación y compromiso.

México va en la dirección correcta. Lo que se requiere es un valor colectivo de mejora constante, de educación y capacitación continuas.

Los Ocho Hábitos:
1
Ser pro activo
En lugar de achacar las cosas al destino, hay que asumir la responsabilidad de lograr el bienestar propio. Aunque parece obvio, hay gente a la que le pasan cosas: divorcio, despido, enfermedades, etc. Esto es diferente a provocar que las cosas pasen por elección.
2
Empezar con el final en mente
Antes de empezar una tarea debe pensar la meta. Así es más fácil adoptar las acciones que permitan llegar a nuestro fin. Sin dirección clara, los esfuerzos son el vano.
3
Tener claras la prioridades
Lo urgente desplaza lo importante. Se confunde lo prioritario como la vida familiar, las oportunidades, el trabajo comunitario, por hacer cosas que no valen tanto la pena.
4
Pensar en ganar ganar
En las competencias siempre hay un perdedor, sin embargo, en una pérdida siempre hay oportunidades de ganar otras cosas, hay para todos.
5
Buscar entender ante todo
Durante las discusiones, las partes se empecinan con sus propias razones. Esto impide oír la propuesta del contrincante. Es mejor entender al otro y negociar.
6
Hacer sinergia
El todo prevalece sobre las partes. Perseguir intereses propios sin importar los demás es un error, porque más que competir hay que complementarse.
7
Afilar el serrucho
Vivir de prisa perjudica necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales. Estos elementos intrínsecos tienen que estar constantemente en entrenamiento para vivir mejor.
8
Escuchar la voz interna 
Buscar el significado de todo. Entender que los seres humanos son corazón, mente cuerpo y espíritu, para encontrar un balance entre los cuatro y vivir plenamente. No hay que ignorar la necesidad de hacer la diferencia y dejar un legado.
  

  Mg. Rubén Enzian. 
Director Creativo de Azul Corporación 
www.azulcorporacion.com

                                     

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