Hoy,
existen diversas herramientas tecnológicas que nos ayudan con nuestras
actividades. Además de nuestra computadora personal, tenemos los teléfonos
celulares, los pequeños organizadores electrónicos (que hacen posible tomar
notas durante una reunión, o que activan una alarma cuando es hora de asistir a
una cita). También, cuando trabajamos en equipo, están las video-conferencias
(que permiten reuniones virtuales) o el simple y económico "chat". Como
podemos notar, muchas de estas herramientas tienen que ver con la comunicación. Fuimos incorporando la tecnología poco a poco, al punto que hoy es parte indispensable de nuestra
vida. Pero, así como puede
ayudarnos a ser más productivos, también puede sumar más presión a nuestra
vida, distraernos de las cosas importantes y separarnos de los demás. Por
ejemplo, muchas veces nos
sentimos víctimas del correo
electrónico; del contestador de llamadas; del fax; del teléfono celular; etc.
Todas
estas herramientas nos crean un "sentido
de urgencia" que nos
hace reaccionar compulsivamente:
cuando nuestro teléfono suena en cualquier momento y lugar, o el correo
electrónico dice “urgente”, nos sentimos forzados a dejar aquello que estábamos
haciendo para responder de inmediato. Por lo general, somos interrumpidos durante nuestras tareas más importantes
(cuando estamos concentrados en nuestro trabajo, o cuando cenamos con nuestros
hijos). Esto nos demuestra que, si bien es cierto que la tecnología hace más
"eficiente" la comunicación, esto no
implica que la haga más efectiva.
"¿Por qué esta
magnífica tecnología, que ahorra trabajo y nos hace la vida más fácil, nos aporta tan poca felicidad? Simplemente, porque aún no hemos aprendido a usarla con tino."
Por
fortuna, podemos resistir "la tentación" de reaccionar ante la tecnología y tener una actitud
más inteligente frente a ella. Estas son algunas
acciones proactivas, que
nos permiten concentrarnos en aquello que es más importante:
-No
consultar el correo electrónico cada cinco minutos.
-Apagar el teléfono celular cuando compartimos un momento con nuestra familia.
-No
utilizar el teléfono como sustituto de las visitas personales.
-No
viajar con nuestra computadora portátil.
No
siempre podemos decidir no abrir el correo electrónico, o no contestar una
llamada. Pero si podemos
decidir hacer las tareas más
importantes primero y responder luego los mensajes recibidos. También,
podemos evitar recibir comunicaciones del trabajo en nuestra casa. En definitiva, es nuestro
poder de decisión y no la
tecnología quien determina la efectividad de nuestra comunicación.
Nuestra
manera de utilizar la tecnología puede ayudarnos
a fortalecer la relación con otra persona, o a deteriorarla. Si mientras
hablamos por teléfono interrumpimos a nuestro interlocutor (cada vez que suena
el aviso de llamadas entrantes) le estamos dando un mensaje: nos importa más la tecnología, que la
persona al otro lado de la línea.
Para que no nos ocurra
esto, necesitamos comprender que los
principios de la comunicación son siempre los mismos, aunque hoy medie la
más sofisticada tecnología entre las personas. Para construir relaciones de
alta calidad, es fundamental el trato
humano. Debemos escucharnos, respetarnos, comprender nuestras diferencias y
buscar el mutuo beneficio. Por eso, antes que la
tecnología "llame", preguntémonos:
-¿Respondo
según mis valores y prioridades reales, o por la presión de las circunstancias?
-¿Estoy
eligiendo pro activamente, o reaccionando compulsivamente?
-¿Soy
capaz de resistir lo urgente y responder sólo a lo importante?
-¿Comprendo
que la tecnología es sólo un medio y no un fin?
-¿La utilizo para ser más responsable, organizar y facilitar mi vida?
-¿Utilizo
la tecnología sólo para hacerme escuchar, o también para escuchar a los demás?
Hasta
que no podamos comprender y clarificar nuestra verdadera relación con la
tecnología, la seguiremos utilizando irreflexivamente. Esto puede significar
"perder contacto": con las demás personas y con nosotros mismos. Para
mejorar nuestra efectividad, debemos ante todo preguntarnos... ¿quién está al servicio de
quién?
Mg. Rubén Enzian.
Director Creativo de Azul Corporación
www.azulcorporacion.com


