Una noche fui a escuchar una ópera del gran compositor italiano del siglo XIX,
Giuseppe Verdi: la última que escribió en 1893 y cuyo título es Falstaff. Ahora
se ha convertido en una de sus óperas más populares, pero hace sesenta y cinco
años se representaba muy poco.
Cuando la estudié descubrí, para mi gran sorpresa, que esta ópera con su alegría, su placer por la vida y su increíble vitalidad, había sido escrita... ¡por un hombre de 80 años! Para mí, que por entonces tenía 18, ésta resultaba una edad increíble.
Cuando se le preguntó al mismo Verdi por qué a su edad (famoso y considerado uno de los principales compositores de ópera de su siglo) se había tomado el trabajo de escribir una ópera más y especialmente una tan exigente, contestó: "Toda mi vida como músico me esforcé en buscar la perfección. Esta siempre se me escapó. Por eso sentí la obligación de hacer un intento más".
La efectividad no depende tanto de aquello que sabemos, sino de cómo lo sabemos: con qué rapidez, profundidad y precisión somos capaces de aprender. Peter Drucker nos dice -en muchas de sus obras- que hoy "valemos lo que sabemos". Pero ser efectivos no es sólo saber: alimentar, cambiar y renovar aquello que sabemos es lo que marca realmente la diferencia. Aprender a Aprender es la capacidad que nos permite hacer cuando no sabemos qué hacer.
Somos personas situadas ante permanentes desconciertos: no nos enfrentamos a una cantidad limitada de opciones, sino a una inmensa lista de posibilidades que vuelven caducos nuestros conocimientos anteriores. Existen muchas situaciones donde debemos tomar iniciativas y resolver dilemas. La presión por adaptarnos a ellas es intensa y, por lo tanto, nuestra necesidad de aprender también lo es. La oportunidad y la responsabilidad de "modelar" nuestra propia existencia no tiene precedentes y el aprendizaje continuo es tal vez la prioridad más urgente de la sociedad.
En la economía actual todos somos aprendices de nuestro propio trabajo y, probablemente, del de los demás. Hoy, trabajar significa aprender. Conocer los principios básicos del aprendizaje hará de cada uno de nosotros una persona más efectiva. Pero...
- ¿Aprovechamos las oportunidades -cuando y donde aparecen- y buscamos aprender de la experiencia?
- ¿Vinculamos aquello que aprendemos a nuestras necesidades personales y profesionales?
- ¿Alineamos nuestros aprendizajes a nuestros proyectos de vida y a nuestra misión personal?
- ¿Proyectamos continuamente acciones de aprendizaje para mejorar nuestro desempeño?
Cuando la estudié descubrí, para mi gran sorpresa, que esta ópera con su alegría, su placer por la vida y su increíble vitalidad, había sido escrita... ¡por un hombre de 80 años! Para mí, que por entonces tenía 18, ésta resultaba una edad increíble.
Cuando se le preguntó al mismo Verdi por qué a su edad (famoso y considerado uno de los principales compositores de ópera de su siglo) se había tomado el trabajo de escribir una ópera más y especialmente una tan exigente, contestó: "Toda mi vida como músico me esforcé en buscar la perfección. Esta siempre se me escapó. Por eso sentí la obligación de hacer un intento más".
Nunca olvidé esas palabras; causaron en mí una impresión
indeleble. Verdi era ya un músico avezado cuando tenía mi edad y yo -a los 18
años- aún no tenía idea en qué me convertiría. Recién cuando tuve un poco más
de treinta, supe realmente en qué era bueno y cuál era mi ámbito de
pertenencia. Entonces decidí que, cualquiera fuera mi trabajo, las palabras de
Verdi serían mi norte y, si llegaba a una edad avanzada, no renunciaría y
seguiría insistiendo.
Esto que cuenta Drucker se aplica tanto a
ejecutivos exitosos como a dotados artistas; médicos; académicos; artesanos;
empleados administrativos; etc... A quienes recién inician sus carreras y su
vida adulta como a quienes ya se retiraron: seguir
aprendiendo significa que maduramos pero no envejecemos.
Las personas que mantienen altos niveles de efectividad -personal y profesional- incorporan el aprendizaje constante a su vida, buscando superarse a lo largo de su trayectoria. Experimentan: no les satisface hacer hoy lo que hicieron ayer, ni hacerlo del mismo modo. Exigen de sí mismos ser mejores, revisar su desempeño, innovar y cambiar. Saben que cada día exige aprendizaje, porque algo nuevo sucederá... y es mejor estar preparado.
Estar preparado: aprender a aprender:
Las personas que mantienen altos niveles de efectividad -personal y profesional- incorporan el aprendizaje constante a su vida, buscando superarse a lo largo de su trayectoria. Experimentan: no les satisface hacer hoy lo que hicieron ayer, ni hacerlo del mismo modo. Exigen de sí mismos ser mejores, revisar su desempeño, innovar y cambiar. Saben que cada día exige aprendizaje, porque algo nuevo sucederá... y es mejor estar preparado.
Estar preparado: aprender a aprender:
La efectividad no depende tanto de aquello que sabemos, sino de cómo lo sabemos: con qué rapidez, profundidad y precisión somos capaces de aprender. Peter Drucker nos dice -en muchas de sus obras- que hoy "valemos lo que sabemos". Pero ser efectivos no es sólo saber: alimentar, cambiar y renovar aquello que sabemos es lo que marca realmente la diferencia. Aprender a Aprender es la capacidad que nos permite hacer cuando no sabemos qué hacer.
Somos personas situadas ante permanentes desconciertos: no nos enfrentamos a una cantidad limitada de opciones, sino a una inmensa lista de posibilidades que vuelven caducos nuestros conocimientos anteriores. Existen muchas situaciones donde debemos tomar iniciativas y resolver dilemas. La presión por adaptarnos a ellas es intensa y, por lo tanto, nuestra necesidad de aprender también lo es. La oportunidad y la responsabilidad de "modelar" nuestra propia existencia no tiene precedentes y el aprendizaje continuo es tal vez la prioridad más urgente de la sociedad.
En la economía actual todos somos aprendices de nuestro propio trabajo y, probablemente, del de los demás. Hoy, trabajar significa aprender. Conocer los principios básicos del aprendizaje hará de cada uno de nosotros una persona más efectiva. Pero...
- ¿Somos
conscientes de esta necesidad?
- ¿Aprovechamos las oportunidades -cuando y donde aparecen- y buscamos aprender de la experiencia?
- ¿Vinculamos aquello que aprendemos a nuestras necesidades personales y profesionales?
- ¿Alineamos nuestros aprendizajes a nuestros proyectos de vida y a nuestra misión personal?
- ¿Proyectamos continuamente acciones de aprendizaje para mejorar nuestro desempeño?
Si desarrolláramos más conscientemente esta
disciplina de crecimiento, podríamos llevar una vida más rica y auténtica.
Asumiríamos el desafío de continuar expandiendo nuestra conciencia y nuestra
comprensión, apreciando cada vez más la interdependencia
entre aquello que hacemos y aquello que nos sucede. Viviríamos nuestra vida
como un proyecto creativo y no
reactivo. Reduciríamos crecientemente la brecha entre dónde estamos y dónde
queremos llegar, es decir, construiríamos nuestro propio futuro. Como nos
enseña Verdi, el aprendizaje debería ser nuestra más alta motivación: buscar la
perfección constantemente sabiendo que se escapará una y otra vez.
Mg. Rubén Enzian.
Director Creativo de Azul Corporación
www.azulcorporacion.com
.jpg)


No hay comentarios:
Publicar un comentario