Después de hacerse rico y famoso con “Los
siete hábitos”, ahora el gurú lanza un nuevo hábito: Aprender a oír la voz
interior.
Se altamente efectivo ya no es suficiente.
En un entorno impredecible, donde lo más valioso es el conocimiento, hay que
encontrar la plenitud, la pasión en la ejecución y contribución, en suma, a la
grandeza.
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| Stephen Covey |
En “El 8vo. Hábito”, Covey lleva al lector
de la mano para que encuentre su voz interna e inspire a los demás a
encontrarla, por medio de aquellos elementos de la condición humana para vivir
y trabajar mejor, y al final, dejar huella. Stephen Covey conferenciante, religioso y profesor estadounidense conocido por ser el autor del libro de gran venta: "Los siete hábitos de las personas altamente efectivas".
Paradigmas cambiantes:
Durante varios siglos, los paradigmas de
la medicina señalaban que el enfermo estaba así por los malos humores que
llevaba en la sangre. Así que la terapia era ponerle sanguijuelas
para que le quitaran la sangre "mala". No sabemos cuántas personas murieron por
ese tratamiento, pero fueron muchas. Tras varios siglos llegó un nuevo
paradigma que consideró que el origen de las enfermedades estaba en los
"gérmenes", en los invasores externos del cuerpo humano. Y, sobre él,
se desarrollaron nuevos tratamientos que permitieron, entre otras cosas, el
desarrollo de la penicilina que salvó millones de vidas.
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Los paradigmas están lejos de ser un
asunto teórico. Se trata de formas de entender el mundo que determinan cursos
de acción y que afectan las vidas de millones de seres humanos. De acuerdo con Covey, hay un paradigma que
hemos heredado de la era industrial y que se vuelve completamente obsoleto hoy.
Pero, vamos por partes.
Covey publicó en 1989 "Los siete
hábitos de la gente altamente eficaz", del cual se calcula que se han
vendido 15 millones de copias y se constituyó en uno de los textos más
influyentes de las últimas décadas. El año pasado, Covey fue más allá y publicó
el texto "The 8th Habit", que seguramente pronto estará también en
español. El texto refiere una encuesta que señala
que sólo 37 por ciento de los empleados entienden lo que su organización
quiere. Sólo 1 de cada 5 personas se mostró entusiasmada con las metas de su
empresa. Sólo la mitad de los interrogados llegó al fin de semana satisfecho
con lo que hizo en la semana. Sólo 17 por ciento considera que su
organización estimula la comunicación abierta y respeta opiniones contrarias a
las de los directivos. Sólo el 20 por ciento confía en la organización para la
cual trabaja. En otras palabras, hay un desencanto y
frustración generalizados entre un gran número de trabajadores de todas las
empresas. A partir de esta realidad es que Covey
propone un "hábito más", el octavo, al que dedica un texto de más de
400 páginas. El octavo hábito hace la diferencia entre el paradigma de la era
industrial y la era del conocimiento.
Calcula que hace 20 años, en promedio sólo
el 20 ó 30 por ciento del valor que se agregaba a los bienes y servicios
provenía de un trabajo relacionado con el conocimiento. Hoy esa proporción
llega al 70 u 80 por ciento. La era industrial ve a los trabajadores
como un "activo", equiparable a una máquina o a un vehículo. Se trata
de "recursos humanos". Covey señala que por el propio interés de
las empresas debe verse ahora al trabajador en su integridad, como ser humano
que comprende:
- Mente (inteligencia mental).
- Cuerpo (inteligencia física).
- Corazón (inteligencia emocional).
- y Espíritu (inteligencia espiritual).
El nuevo paradigma consiste en encontrar
una voz interior que conduzca y ayudar a los demás a encontrarla también. Para
ello se requiere integrar los cuatro elementos. La inteligencia mental permite el
desarrollo de una visión a través del pensamiento creativo. La inteligencia
física permite que la visión pueda convertirse en realidad a partir del
desarrollo de una disciplina. Ninguna de las otras dos podría darse si se
carece de pasión, del fuego de la convicción que permite alentar la creatividad
y la disciplina. Y al mismo tiempo se requiere de la conciencia que
nos permita visualizar la brújula que nos señala lo que tenemos que hacer.
Covey cuenta la historia del singular
Mohamed Yunus, fundador del Grameen Bank, como un ejemplo de la forma en que
emerge la voz interior. Yunus conoció a una señora que tejía sillas de bambú y
ganaba 2 centavos al día. Para poder comprar la materia prima necesitaba 20
centavos que recibía de un prestamista, que a su vez le compraba las sillas a
mal precio.
Yunus identificó a las personas de la
localidad que necesitaban 20 centavos al día para poder salir de las redes del
prestamista y descubrió que eran 42. Haciendo la conversión de moneda sacaba la
cuenta de que para poder financiarlos requería 27 dólares al día, que no tenía. Buscó apoyo en los bancos y recibió burlas
diciéndole que era imposible prestarle a la gente pobre. Así que optó por pedir
prestado el dinero personalmente y luego prestarlo a los artesanos y el
sistema empezó a caminar. Sin embargo, ante las dificultades para
conseguir más y más recursos de los bancos, decidió que sería necesario de
plano fundar uno nuevo. Así nació en Bangladesh una de las instituciones más
admiradas y replicadas en el mundo entero, el Grameen Bank.
La frustración se convirtió en una voz que
generó una solución. Hay potencialmente un Mohamed Yunus en cada trabajador.
La visión de Covey es que en la era del
conocimiento se requiere construir la misión de la empresa con la gente, para
lo que se requieren líderes y gerentes que sean capaces de desarrollar
sinergias y pasar del estilo de "la zanahoria y el garrote" a otro en
el que la gente asuma su responsabilidad.
Asesor de Bill Clinton durante su periodo
presidencial y consultor de gobiernos corporativos, Covey asevera que él no
inmiscuye ni religión ni política en su trabajo. Sus hábitos respaldan las palabras y de
sus páginas salen las ganancias. Su obra más reconocida “Los siete hábitos de
la gente altamente efectiva” ha vendido más de 15 millones de copias y es uno
de los best sellers no literarios más vendidos en las historia. En 1996, la revista Times nombró
a Stephen Covey como una de las personas más influyentes en Estados Unidos. Y,
quince años después de publicar su afamado libro, logró añadir un Octavo
Hábito. Desde que escribió su famoso best seller,
¿cuáles son los principales retos de la gente?
El nuevo reto es una economía global donde
hay que competir con la clase mundial. El problema es que estamos usando un
modelo de control industrial en una economía de información, que requiere de
liberación y no de control. En otras palabras tenemos que invertir en la gente,
usar su talento, pasión y conocimiento. Actualmente, 80% de los buenos servicios
son el resultado del valor agregado proveniente del trabajo con conocimiento.
Hace 50 y hasta 20 años atrás, esta proporción era únicamente entre 20 y 30%.
Nos hemos trasladado de una era industrial a una de conocimiento.
¿Cuál es el octavo hábito?
Encontrar nuestra propia voz interior.
¿En qué consiste eso?
Involucra cuatro cosas: talento, pasión, conciencia y las necesidades que hay que buscar. Cuando esos cuatro elementos se enciman, en el centro encuentras tu voz. El talento se traduce en las cosas para las que eres bueno. La pasión radica en lo que te encanta hacer. La conciencia es lo que la vida te pide que hagas. La necesidad reside en aquello con lo que contribuyes para satisfacer requerimientos humanos. Una necesidad significa el problema que estás resolviendo, la razón por la que te contratan. Ha mencionado que la gente siente un vacío en sus vidas, ¿de dónde viene ese vacío?
Tratamos a la gente como cuerpos. A menudo ignoramos su corazón, mente y espíritu.
Sólo pensamos en términos económicos e ignoramos la parte mental, el desarrollo
de la persona y su talento. Olvidamos particularmente que sus conciencias los
guían a actuar. Sin embargo, hay muchos que toman el
trabajo para escapar de sus problemas y responsabilidades. Si sucede. Todo se reduce a que las personas coordinen las cuatro partes:
cuerpo, mente, corazón y espíritu. Si se descuida uno de ellos se afectan todos
los demás. Entonces te conviertes en una cosa, no en una persona. Es ahí donde
entra la filosofía de control y esto se convierte en la definición de
liderazgo.
El liderazgo en realidad es una elección
basada en autoridad, como en el caso de Mahatma Gandhi. No se trata de una
autoridad formal. Gandhi nunca fue electo y tiene una enorme autoridad moral.
Se convirtió en el fundador de la democracia más grande del mundo.
¿Qué importancia debería dar la empresa a
la esencia de la gente?
Debería haber dos elementos: un profundo significado para que el trabajo
amerite el compromiso de los empleados. El segundo es la necesidad de ser
íntegros, vivir a través de nuestro sistema de valores. Ésta es la razón por la que las
organizaciones corruptas destruyen la confianza. En estos casos todos
los empleados quieren protegerse, se ponen en plan defensivo y manipulador sólo
para sobrevivir.
En su experiencia, ¿son conscientes las
empresas de esto?
Cada vez más desde que enfrentan la competencia global. Al enfrentar
alguien que adopta el trabajo de conocimiento con el modelo de liberación, no
hay manera de que compitas. No vas a poder producir con alta calidad, los bajos
costos y rápida innovación de tu competidor.
¿Qué opina del sector corporativo
mexicano?
No soy experto. Mi experiencia en general es que hay demasiado control autoritario. Eso ha hostilizado a muchos trabajadores y la desconfianza hacia la empresa es alta. No podemos generalizar. Hay muchas donde esto no es una realidad, pero no se han movido mucho hacia el modelo del trabajador con conocimiento. Necesitan hacerlo para ser competitivos, particularmente si están compitiendo con clase mundial. Los valores mexicanos son diferentes de los estadounidenses. En México se le da más importancia a la vida familiar, las comidas, etcétera.
No soy experto. Mi experiencia en general es que hay demasiado control autoritario. Eso ha hostilizado a muchos trabajadores y la desconfianza hacia la empresa es alta. No podemos generalizar. Hay muchas donde esto no es una realidad, pero no se han movido mucho hacia el modelo del trabajador con conocimiento. Necesitan hacerlo para ser competitivos, particularmente si están compitiendo con clase mundial. Los valores mexicanos son diferentes de los estadounidenses. En México se le da más importancia a la vida familiar, las comidas, etcétera.
¿Cree que el octavo hábito aplica a los
mexicanos?
Totalmente. El principio de la justicia es básico en México. Consideran el
corazón , la relación entre personas, están muy orientados a la familia.
En lo referente a la mente, en ésta área debe crecer la inversión en
capacitación y educación para que la población sea capaz de competir en la
economía del conocimiento.
La gente debe tener mayor iniciativa
propia. Se deberían dar incentivos fiscales como aliciente para que las
organizaciones inviertan en su gente. La educación es clave en el futuro, de
otra forma no van a tener trabajadores de la economía del conocimiento.
En lo espiritual, hay mucha necesidad de
involucrar a las personas, en vez de decirles qué hacer. Es un proceso lento,
pero mucho más efectivo a largo plazo porque garantiza su participación y
compromiso.
México va en la dirección correcta. Lo que
se requiere es un valor colectivo de mejora constante, de educación y
capacitación continuas.
Los Ocho Hábitos:
1
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Ser pro
activo
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En lugar
de achacar las cosas al destino, hay que asumir la responsabilidad de lograr
el bienestar propio. Aunque parece obvio, hay gente a la que le pasan cosas:
divorcio, despido, enfermedades, etc. Esto es diferente a provocar que las
cosas pasen por elección.
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2
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Empezar
con el final en mente
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Antes de
empezar una tarea debe pensar la meta. Así es más fácil adoptar las
acciones que permitan llegar a nuestro fin. Sin dirección clara, los
esfuerzos son el vano.
|
3
|
Tener
claras la prioridades
|
Lo urgente
desplaza lo importante. Se confunde lo prioritario como la vida familiar, las
oportunidades, el trabajo comunitario, por hacer cosas que no valen tanto la
pena.
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4
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Pensar en
ganar ganar
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En las
competencias siempre hay un perdedor, sin embargo, en una pérdida siempre hay
oportunidades de ganar otras cosas, hay para todos.
|
5
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Buscar
entender ante todo
|
Durante
las discusiones, las partes se empecinan con sus propias razones. Esto impide
oír la propuesta del contrincante. Es mejor entender al otro y negociar.
|
6
|
Hacer
sinergia
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El todo
prevalece sobre las partes. Perseguir intereses propios sin importar los
demás es un error, porque más que competir hay que complementarse.
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7
|
Afilar el
serrucho
|
Vivir de
prisa perjudica necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales.
Estos elementos intrínsecos tienen que estar constantemente en entrenamiento
para vivir mejor.
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8
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Escuchar
la voz interna
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Buscar el
significado de todo. Entender que los seres humanos son corazón, mente cuerpo
y espíritu, para encontrar un balance entre los cuatro y vivir plenamente. No
hay que ignorar la necesidad de hacer la diferencia y dejar un legado.
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